CERRANDO EL CÍRCULO
Sus padres lo pensaron
sobre un colchón de lunas
mientras los muelles del somier
hablaban en voz alta.
Al tiempo, fruto de cigüeña,
apareció sin querencias ni voluntades
en la mullida cuna de su existencia.
Ahora,
después de que su carne
se haya agrietado,
llena de zanjas de fracasos
y soles de aventuras,
los muelles de su cama ya no hablan.
Al final,
lo vi pasar la última página del libro
y al cerrarlo
sus manos quedaron
amoratadas y rígidas.
La noche,
cómodamente instalada en sus ojos,
ya siempre será negra.
Aborojuan,
mayo del 2012