ESCÚCHAME
Aunque no tenga cuerpo,
aunque tú no lo sepas,
te rodeo con mis brazos huecos
cada vez que la calma visita tu piel.
Juego entre tus pensamientos,
como ola muda
que navega en los vaivenes de tu mente.
Soy el solitario acompañante del espejo
que te acaricia los días
en que la lluvia no moja y el eco duerme.
Hoy sonrío inmóvil, rayo sin trueno,
entre las hojas lacias de los chopos.
El viento, perezoso,
no se quiso despertar.
Vivo en la antesala del suspiro,
en la sonrisa de los misterios,
en las sombras de los olvidos,
en la paciencia de los ancianos,
en la paciencia de los ancianos,
en los secretos bien guardados,
y en la complicidad de las miradas tiernas.
Cansado,
a la hora en que los pájaros no vuelan y gana el sueño,
me acurruco junto a la bailarina
tras cerrar la caja de música.
Shhhhh. El niño duerme.
Aborojuan, febrero del año veinte doce.
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