domingo, 11 de julio de 2021

Saludo

Llega el domingo con su festividad a cuesta y los muchos centígrados acá en el Sur. Yo convoco a las manos de las nieves y sus caricias para que les apaguen las llamas al calor que nos sofoca y en su virtud le den vida a los aires y le enchufen las aspas a los vientos para que nos despeinen las gotas de sudor que nos atacan. Tras el conjuro, siendo así, que lo es, he comenzado el domingo con el saludo mañanero de Maria D. Almeyda y la foto que acompaña.

sábado, 10 de julio de 2021

La guardiana del fuego.

Os dejo mis impresiones sobre el poemario "La guardiana del fuego" con el que su autora, Mar Blanco, ofrece un poético homenaje a la pintora Frida Kahlo. Con valentía, la poeta nos presenta en una minuciosa obra, tan inmensa como breve, cuarenta poemas inspirados en la dolorosa vida y en la obra pictórica de la mítica mexicana que, posiblemente como pura catarsis hacia su propia liberación, la pintora dejó plasmados en sus lienzos; la mayoría de ellos autorretratos expresionistas donde lo más importante era plasmar sus emociones. Cuarenta poemas, casi micropoemas la mayoría de ellos, en los que, con una voz poética cargada de lirismo y un lenguaje exacto y depurado, la poeta dibuja con palabras los crudos matices pictóricos de los cuadros. La madurez poética de la autora nos los esboza, los peina, los despeina y los muestra, sin que sobren ni falten palabras en ninguno de ellos, en la también trágica hondura de unos versos donde asoma toda la clarividencia que los buenos autores saben mostrar. Como no podría ser de otra forma, Mar Blanco recoge con su propio lenguaje todas las angustias y sufrimientos que trazaron los años de Frida y que la recorrieron del Norte al Sur de su existencia sin permitirle dibujar nunca una sonrisa en sus autorretratos; así tampoco, como prueba de absoluta fidelidad, tampoco nos los muestra la poeta; la sobriedad es otro de los matices que acude con sus grises a definir las expresiones del lenguaje. La hipersensibilidad de Frida, como artista que era, intensifica esa vida de continuos infortunios y sin sabores que Mar, como ave de presa, siempre al acecho de lo más hondo, va decapando de cada uno de los óleos y traslada al verso con decidida habilidad, puesto que la luminosidad, la sagacidad, la alegoría, la claridad de los cuadros de Frida también están patentes en los poemas mediante un correlato de imágenes, matices y reflejos propios del más refinado lenguaje poético. En resumen: un poemario que, siendo duro, como lo fue la vida de Frida, no deja de sorprender, convocando una y otra vez al misterio y al asombro, por el buen tacto, la sensibilidad y el acierto de su autora, cuyos versos se instalan entre las sístoles y diástoles de quienes los leen, convirtiéndolas en el epicentro de todos los terremotos que, como le ocurrió en su vida a la pintora homenajeada, sus sacudidas procuran al lector. Enhorabuena, Mar Blanco Larrosa.