viernes, 8 de agosto de 2014

Primera amanecida



PRIMERA AMANECIDA

Con las pestañas todavía heridas de noche
se han abierto las puertas de mis ojos
visitados por las primeras luces de la aurora.
Sorprendidos por el hilo musical del amanecer,
es la hora en que llaman al combate
el café y las primeras aguas del lavabo.

La sábana, remolona y cómplice,
hace tirabuzones
en el frescor de la piel que la busca.

Estirando los brazos al compás del bostezo
calzo mis pies y me asomo a la ventana
de las siete y pico.

Convertido en espeleólogo de la oscuridad vencida,
pensaba autómata: es el origen.
La noche, reliquia de negrura abandonada,
ha entregado sus armas a la luz
para -rendida-
mirar desde su féretro
como el día izaba su bandera.

Los primeros trinos,
cuentos y cantos de pájaros despiertos
con el inagotable run run del oleaje,
enjambre de sinfonías en el entorno salado.

Venga perezoso -me dije-
calma los ruidos de tu mente;
pon los pies en el camino,
acércate a la orilla
y ofrécele a la vida el ritual agradecido.
Ya verás como a partir de entonces,
todo es azúcar.
Y fui. Y fue.

AboroBusilis, 2 de agosto de 2014.




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